Qué es el Blockchain y cómo aplicarlo en el sector público
El Blockchain es un tema que está en boga, especialmente, en relación con las criptomonedas o criptodivisas. La más conocida es el Bitcoin, que ha levantado tanta expentación en los últimos meses entre medios de comunicación y expertos. Algunos creen que es una importante «amenaza» para el sector financiero, ya que supone la destrucción de los intermediarios (en este caso, los bancos). Más allá de ser aplicable en forma de criptomonedas, el Blockchain o cadena de bloques tiene múltiples aplicaciones también para el sector público, con numerosos beneficios.
Aquí os introducimos al mundo del Blockchain con mirada hacia lo público.
¿Qué es el Blockchain?
Uno de los ejemplos más rápidos para explicar qué es el Blockchain es a través de las antiguas libretas bancarias o las cuentas. Tradicionalmente, cuando alguien (persona A) decidía realizar una transferencia bancaria a otra persona (persona B), A enviaba la orden a su banco para hacer esa transferencia a la cuenta de B. Dejando de lado protocolos específicos, los bancos de ambas personas se encargaban de gestionar que la transacción se hacía efectiva.
La transferencia, incluyendo la reducción de dinero en la cuenta de A, la suma de dinero en la cuenta de B, y la transacción de liquidez entre ambos bancos corría a cuenta de éstos y quedaban registrados en documentos que debían pasar por unos protocolos y niveles de seguridad estandarizados internacionalmente.
Los bancos se convertían así en las instituciones económicas de confianza. Además, dichas transacciones se plasmaban de manera simplificada en ambas cuentas (en uno de manera negativa, en otro de manera positiva). Esto quedaba «impreso» en las cuentas online o en las tradicionales libretas bancarias.
Pero ahora imaginemos que A y B pueden hacerlo sin un banco tradicional de por medio. Aquí es donde puede entrar en juego el Blockchain. «A» decide hacer el mismo ingreso (mediante unas criptomonedas, como pueden ser las Bitcoin) a «B». La diferencia radica en que A, B y otras cientos de personas que forman parte de una red Blockchain ofrecen sus ordenadores y computan transacciones en conjunto. Cada usuario, por tanti, se convierte en un «nodo», donde cada uno (su computadora) tiene una copia idéntica de una libreta donde se registran todas las transacciones y acciones, tanto propias como de terceros de esa red.
Así, cuando A le haga la transferencia a B, en las «cuentas» o registros de A y B se registrarán esos datos, así como también en los otros nodos/computadoras participantes. Y si un C y un D de esa misma red hacen transacciones respectivamente con otros, todos tendrán copia de cada acción o transacción, incluyendo A y B.
Cada transacción o acción genera un puñado de datos en bloque, que se van «encadenando» ordenadamente tanto de manera consecutiva (después de la acción 1 va la acción 2) como de manera ramificada (de la acción 1 se derivaron las acciones 1.1, 1.2…). De ahí los «Block» y la cadena (chain) de Blockchain, como si todos los miembros tuvieran en su cartilla copia de todas las acciones y fueran ellos mismos directamente su propio banco.
Esta multiplicación y compartición distribuida de todos los bloques de datos, que también se encriptan, implica un alto grado de seguridad por su complejidad, ya que suma y eleva las potencias en conjunto de todas las computadoras en red.
Asimismo, algunas de estas computadoras hacen «minería», es decir, dedican su potencia y tiempo solamente a comprobar todos los registros de los nodos para validar que no haya irregularidades (incluyendo intentos de falsificación, por ejemplo, como que alguien intentase quintuplicar el número de monedas en su cuenta). En caso de detectarlas, se generan protocolos automáticos de invalidación de las líneas irregulares y actualización de las correctas. Todo ello, de manera muy simplificada.
Más apuntes clave sobre Blockchain
Cuando comenzamos a entender mejor la base del funcionamiento del Blockchain, es importante aclarar algunos aspectos sobre esta tecnología. Arriba hemos descrito lo que supondría la esencia del Blockchain; su aplicación más famosa, como ya se ha comentado, es el de las criptomonedas, pero no está limitado ni pensado para facilitar exclusivamente este tipo de bienes.
Los datos que se pueden encriptar son tan variados, más allá de las meras transacciones económicas o comerciales, que ya se están aplicando para generar tecnologías de contratos inteligentes o Smart Contracts (que podrían revolucionar el ámbito legal y jurídico), siendo Ethereum una de las plataformas Blockchain para ello más utilizada.
Al mismo tiempo, se está aplicando para reformular la relación con los productos y, más concretamente, la logística. Un ejemplo de ello es la empresa social Provenance, que se define como un sistema que permite que cualquier producto físico genere o tenga un ‘pasaporte’ digital que pruebe su autenticidad, calidad y origen, creando así un registro de todos los productos físicos de una organización. Esto se consigue mediante la combinación de tecnologías Blockchain distribuidas, de medios sociales, Big Data y el Internet de las Cosas.
Otro caso interesante de aplicación de Blockchain, en la línea de los contratos inteligentes, tiene que ver con la protección de la autoría o de la propiedad intelectual. En este sentido, Creativechain (cuya sede de impulso se encuentra en Barcelona) ofrece una propuesta de Blockchain que cubre diversos aspectos y necesidades para artistas y creativos. Mediante esta tecnología, los creadores y creadoras pueden aplicar metadatos y generar certificados de autenticidad de obras físicas y digitales (uno de sus problemas más habituales) y permite la compra y subastas de arte o el encargo de diseños directamente al creador (mediante una criptomoneda interna). Además, facilita la libre difusión de obras con la combinación de licencias Creative Commons, combinando así lo mejor de una cobertura tecnológica y legal segura, con una cultura abierta y plenamente digital.
Por otro lado, existen diversas modalidades de apertura y distribución de Blockchain a tener en cuenta. Como se ha comentado, esta tecnología basa su poder de seguridad en la descentralización y distribución de toda la información. Ambos términos han estado muy presentes a lo largo de la historia de Internet como algunas de sus posibles características, aunque no son sinónimos entre sí. Cuando se habla de descentralizado, nos referimos a que existen diversos nodos de red que a su vez distribuyen el tráfico y la información. Cuando hablamos, en cambio, de distribuido, describimos la calidad de las conexiones que todos los miembros de la red tienen hasta otro nodo, punto o miembro.
Gráfico original atribuido a P. Baran (1964)
Así pues, aunque Facebook parezca que es «público» porque se puede acceder y crear una cuenta libremente, es una plataforma centralizada a diversos niveles: la toma de decisiones sobre su forma, estructura, diseño y protocolos se ejecuta en una empresa y una junta muy reducida (organizativo), y la propiedad intelectual está registrada a nombre de éstos.
Por otro lado, está el nivel técnico o de red propiamente. Comúnmente asociamos el concepto «nube» a algo súper distribuido pero, siguiendo con el ejemplo de Facebook, la plataforma almacena todos los datos que los usuarios generan (incluyendo fotos, estados…) en unos centros de servidores muy específicos: los datos están centralizados aunque estén conectados y forman parte de Internet, por lo que podemos decir que Facebook permite el acceso y uso distribuido, pero es centralizado
Lo mismo está ocurriendo con Blockchain. Algunos bancos, por ejemplo, están desarrollando sus propias tecnologías, pero prefieren un control vertical de las decisiones, del código, protocolos, contenidos, red, y sobre todo de quiénes participan. De ahí que el diseño, código y posiblemente parte de los datos o copias originales de los datos las gestionaren ellos, y regularen el acceso (sólo para clientes, inversores, etcétera).
De ahí proviene la distinción entre los Public Ledger (libreta de cuentas) y los Private Ledger: mientras que lo «Public» representa la total descentralización y autorización para participar en una red, lo «Private» representa el máximo grado de centralización y permiso.
Aplicaciones del Blockchain para el sector público
Las oportunidades que ofrece el Blockchain, no únicamente con visión de negocio, son múltiples aunque, al fin y al cabo, es una tecnología y una herramienta y, como tal, no es la panacea universal, ya que no sirve para solucionar todos los problemas sociales. En cuanto al sector público, a continuación enumeramos algunos proyectos actualmente en proceso de innovación:
Plan de e-Government de Estonia
Estonia se usa cada vez más como paradigma de la transformación digital de un Gobierno, un cambio que, bien llevado, demuestra la necesidad de repensar la cultura y políticas de todas sus administraciones públicas.
El país está desplegando un sistema de Blockchain para agilizar la compartición de diversos tipos de datos entre la Administración Pública (de carácter legal, jurídico, etc., así como su protección y seguridad, y la transparencia. El software empleado (KSI) ha sido desarrollado por una empresa privada, pero mantiene la característica de un «Public Ledger», modalidad mencionada más arriba.
El Gobierno de Estonia ha publicado un documento divulgativo sobre cómo lo aplican con más detalle. Lo puedes leer aquí (en inglés).
BitNation
BitNation es un proyecto basado en los smart contracts y la tecnología de Ethereum, y se define como una «Nación Voluntaria
Descentralizada sin Fronteras» (Decentralized Borderless Voluntary Nation, DBVN), o nación digital. Dejando al margen lo ambicioso de su lema, propone soluciones para tener documentación de identidad protegida pero demostrable, sistemas de cobertura o de seguros «pública», gestión de la «bitreputation» o confiabilidad entre agentes comerciales, y generación de trámites, como certificados de nacimiento, entre otros. Un experimento abierto y descentralizado con debates sistematizados muy interesantes sobre gobernanza.
D-Cent Project
D-Cent es un proyecto de financiación europea para generar «Tecnologías de Participación Ciudadana» de propiedad pública (en lugar de privado para permitir mayor agilidad e innovación pública o diversificada) que agrupa diversas iniciativas europeas, incluyendo aquellas generadas en Finlandia, Islandia y España (en este último caso, representadas por proyectos impulsados por los ayuntamientos de Madrid y Barcelona).
Una de las bases tecnológicas es el Blockchain, y se busca así generar tecnologías para la gestión democrática de los Big Data (datos generados por ciudadanos y ciudades), para proteger y asegurar la privacidad y protección de datos con las normativas, o gestionar espacios de debate y deliberación públicos digitales. De momento, se ha desarrollado en un estadio de investigación, pero su estela parece importante. Más información aquí.
DECODE Project
Otro proyecto europeo en la línea del anterior, aún en curso, trabaja sobre la idea de cómo los ciudadanos podrán decidir qué hacer y cómo gestionar sus datos en un escenario de mayor transparencia, automatización y digitalización de los datos de las ciudades e identidades, así comoel impacto económico que podría generar en estas ciudades. Parte del proyecto pivota en torno a escenarios donde la tecnología Blockchain pública operará.
Barcelona y Amsterdam fueron ciudades elegidas para impulsar proyectos piloto. Concretamente, en Barcelona girará en torno a la gestión de la Democracia Abierta e Internet de las Cosas, mientras que en Amsterdam se centrará en las economías colaborativas e Internet de las Cosas. Más información, aquí.
En resumen, podemos ver que existen diversas iniciativas de innovación y numerosas posibilidades para el ámbito público y la innovación democrática. ¡En Govup seguiremos rastreando estas y otras posibilidades subyacentes!
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