Participación ciudadana como motor de innovación pública
La participación ciudadana, los procesos participativos o la innovación cívica son términos que en ciudades como Madrid, Valencia o Barcelona se leen u oyen cada vez más en los últimos años. Pero también en ciudades como Amsterdam, o en países como Islandia y Finlandia. ¿A qué se refieren con estas expresiones? ¿Qué beneficios genera en el Sector Público? Aquí abrimos algunas claves de estas expresiones.
¿A qué nos referimos con participación ciudadana?
Bajo la expresión de participación ciudadana se pueden encontrar múltiples métodos, formas de trabajo, procesos e incluso iniciativas con finalidades muy diferentes. En ocasiones se yuxtapone o intercambia con el concepto de «innovación democrática» (Elstub & Escobar, 2017), o con el de «Gobierno Abierto».
Al menos aquí nos referimos a aquellas acciones y actividades que implican la participación y colaboración de la ciudadanía usando diversos mecanismos tecnológicos y tecnosociales para diversas finalidades. Suelen estar impulsadas o bien desde el sector público (lo que se diría top-down o desde la cumbre), o incluso desde el sector cívico-social en cooperación con la Administración Pública local (down-top o desde las bases).
Por participación ciudadana, pues, podemos entender muy diversas cosas: puede significar desde un simple proceso deliberativo entre asociaciones de vecinos para decidir un pequeño plan de actuación sobre un barrio; puede suponer un proceso de «ciencia ciudadana» y recogida de datos sobre temas muy variados (por ejemplo, puede ser sobre temas mediambientales, contaminación o polen en zonas muy localizadas, o sobre el estado de las calles y la opinión de actuación).
Pueden ser también incluso sesiones de co-creación o diseño colectivo (guiado por expertos y profesionales) para definir un nuevo servicio, o la reforma de un parque público. En resumen, define a grosso modo distintos métodos, que implican de manera directa al ciudadano o usuarios destinatarios de una iniciativa concreta.
Es por este motivo, que en cuanto se aplican estos procesos por parte del sector público, por la naturaleza de la participación con una mirada más horizontal (menos vertical) y, en cierto modo, rupturista con el modelo delegativo y representativista de muchas democracias occidentales, que se le llame también «innovación democrática», pues suponen una superación de este modelo y trabajar más estrechamente con los ciudadanos.
La verdad es que los métodos participativos vienen del mundo del diseño y la investigación social, no son exclusivos, pues, de lo público y ciudadano. Este tipo de métodos y dinámicas permiten, sin duda, elevar muchas posibilidades en combinación con la lógica digital: aplicar o combinar tecnologías de red y plataforma, trabajar de manera más ágil, etcétera.
¿Para qué puede servir? Ventajas de los procesos participativos
Las aplicaciones que estos métodos pueden suponer son muy variadas. Puede servir, como ya se ha comentado pero como uno de varios ejemplos, para recoger datos y opinión de temas complejos o sobre temas muy variados, para que más tarde la Administración pública pueda tomar decisiones en la gestión o estrategia local.
De hecho, esta perspectiva (los procesos deliberativos) es quizá la más utilizada hasta la fecha, en forma de jornadas de votaciones o plataformas de debate. Y como se ha dicho, puede servir para rediseñar servicios, funcionalidades o bienes públicos.
Más allá de la funcionalidad final de estos procesos, podemos hablar de otros beneficios para el Sector Público:
- Estos métodos permiten hacer partícipes a los ciudadanos de cuestiones que les afectan más o menos de manera directa, reforzando la vitalidad y calidad democrática de las instituciones partícipes. Esto permite a su vez diversas cosas, como mejorar la relación, recíprocamente, entre el Sector Público y la propia ciudadanía. Aunque esto implica que los datos y proceso completo sea transparente, implica por tanto buena gestión de la comunicación pública
- Poder trabajar directamente con los afectados, sobre todo en procesos de co-creación, o diseño, o reflexión colectiva, permite tanto recoger información valiosa mediante el diálogo que allí se genera, pero también permite comprender mejor las necesidades, expectativas y miedos que los usuarios afectados o implicados tienen mientras desarrollan, diseñan o co-crean una cuestión. Información que no articulan frecuentemente mediante técnicas de debate o entrevista. En campos como el diseño, el desarrollo de productos o la llamada Experiencia de Usuario (UX) se lleva años abordando estos métodos por estas razones, dejando de lado los Focus Groups o grupos de discusión/enfoque como anticuados
- Permite agilizar procesos de recolección y gestión de datos e información de problemas que van emergiendo
- Puede ayudar a reducir las tensiones entre diversas partes o stakeholders en la gestión de diseño de nuevos problemas emergentes
- También ayuda a agilizar en tiempo y recursos el diseño de una propuesta, una política pública o una iniciativa con mejores posibilidades de impacto y éxito
Algunas limitaciones
Algunos de estos procesos, en su forma más deliberativa, pueden ser (relativamente) fáciles de escalar mediante el diseño o uso de plataformas digitales que permitan hacer debates, votaciones y gestionar esos datos y comunicaciones. Pero así mismo, en ocasiones necesitan ser complementados con otros tipos de técnicas.
Algunas de estas técnicas requieren el trabajo presencial con las y los participantes, y aunque se trabajan con grupos reducidos, no de manera necesaria representativos estadísticamente de toda una población (es decir, no es necesario trabajar con todo el mundo, pues estamos hablando de técnicas de investigación cualitativas, o que son del ámbito del diseño), esto implica que tiene una dificultad de ser escalado o automatizado. Es decir, requieren cierta «artesanalidad», y trabajo con diversos profesionales.
Por el momento, la mayoría de casos y aplicaciones se están dando en ámbito local y regional. Esto se puede deber por diversos motivos. Uno, por lo innovadoras que son estas prácticas, es menos arriesgado que las ciudades las pongan en práctica que una administración de una región con una población mayor y aun más diversificada. Si bien es cierto que las primeras en ponerlo en práctica son justamente grandes ciudades que cuentan con universidades y facultades de ciencias sociales, con ecosistemas de innovación y creativos.
Y por otro lado, al ser tan nuevas estas técnicas, aun se desconocen en altas instancias qué son y para qué sirven, y se comienzan a aplicar desde administraciones más localizadas (municipios, diputaciones….).
Tipos de técnicas y métodos
Es posible que cuando se menciona lo público o la política junto a «participativo», se piense rápidadamente en uno de los procesos más conocidos como los sistemas de votaciones ciudadanas. Quizá sean los procesos más tradicionales, tales como los referéndums, en los que, más allá de la política representativa, se les pregunta a los ciudadanos, directamente, qué decisión tomar respecto a un tema específico y crucial.
Y estos pueden ser, como es conocido, vinculantes (se lleva a cabo la decisión más votada), o no vinculantes (simplemente se toma en consideración el resultado, haciendo de la votación un sistema de recogida de información cuantitativa).
Pero esta fórmula es muy limitada, en tanto que no permite recoger matices, realidades o miradas diversas: se diseñan un muy limitado abanico de posibles respuestas (el binario sí/no sea quizá la más aplicado pero también más limitada de todas las posibles), si bien es más fácil de gestionar para grandes escalas.
Otros sistemas que se han hecho a escalas más o menos grandes, relativos a lo participativo, son las preguntas abiertas y sistemas de debates, mediante plataformas simples (incluso en formato blog con zona de comentarios donde los y las usuarias interactuan) donde las ciudadanas y ciudadanos dejan comentarios en forma de opiniones, o mediante plataformas digitales más complejas.
Estos sistemas sirven, de nuevo, para recoger opiniones e información en formato verbal, y no son, en principio, vinculantes. Además, las convocatorias suelen ser tímidas. Una buena comunicación y difusión de estas iniciativas son clave.
Las reinas de la innovación
Hasta aquí, todos estos procesos nos suenan familiares, pero a continuación os presentamos de manera sucinta las nuevas fórmulas innovadoras que perfectamente combinan lo mejor de lo presencial y de lo digital, de lo cualitativo y lo cuantitativo, lo político y el diseño.
- Plataformas de debate y deliberación abiertas y «posdigitales»: casos locales como los de Madrid (Decide), o Barcelona (Decidim), que además de estar en código abierto o libre y ser instalables, y adaptadas económicamente por otras ciudades y gobiernos, combinan sesiones presenciales por barrios de debate, de co-creación y de evaluación metodológica abierta
- Sesiones de co-creación: algo más que un híbrido entre un Grupo Focal y un brainstorming, se trata de una modalidad donde se agrega a diversos perfiles sociales y profesionales para pensar y prototipar posibles soluciones. Se incluyen métodos inspirados de la etnografía, la sociología y del Design Thinking. Estos métodos no sólo son interesantes porque puedan generar ideas innovadoras aplicables, sino porque genera información sobre deseos, expectativas, valores y más, que mediante otras técnicas tipo pregunta-respuesta, entrevista o debate no saldría
- Ciencia ciudadana: en este caso las y los ciudadanos, normalmente mediante una plataforma o una app, se encargan de recoger datos ambientales, viales, u otros tipos casi a tiempo real, y a su vez informar a otras ciudadanas
- Open Data: no es exactamente un método participativo, sino que es una lógica de compartir y trabajar los datos (el caso más claro es el de los datos que generan las Smart Cities), pero sí permiten que ciudadanos y profesionales familiarizados con el uso, gestión, reutilización de datos puedan aplicarlo para muy diversas finalidades (por ejemplo, para poder entender y detectar nuevos patrones en el tráfico, para redactar contenidos periodísticos…), e indirectamente contribuir a acercarse mejor a la administración pública. Para que esto sucede, tanto la Administración Pública debe estar adaptada a estos formatos Open, así como deben haber ecosistemas de expertos en datos, entidades públicas, cívicas o privadas que promuevan y faciliten el acceso a herramientas y conocimiento para hacerlo funcionar
- Hackathones, Dathatones…: De hackear, diseñar o mejorar, y marat(h)ón, son jornadas intensivas para desarrollar colectivamente soluciones prácticas en torno a retos muy específicos con una fecha límite retadora. Pueden tener muy diversas aplicaciones, como por ejemplo, sesiones para desarrolladores de apps, que así puedan generar posibles apps de aplicación públicas; sesiones para rediseñar un servicio público; sesiones para pensar la ciudad o región deseada del futuro…
Innovación abierta y gobernanza innovadora
Del mismo modo que en el ámbito privado la innovación abierta se está convirtiendo en capital al reconocer que hay más talento fuera que dentro de una organización, en el ámbito de la gobernanza pública se está comenzando a explorar todas las posibilidades que las tecnologías y prácticas creativas y sociológicas están permitiendo para mejorarse y ponerse al día de los nuevos ritmos y necesidades contemporáneas.
Supone algunos retos, pero los beneficios en cuanto a eficacia y eficiencia para tomar información y pensar nuevas políticas públicas, reconceptualizar servicios y optimizar la calidad pública se van presentando como más atractivos para el Sector Público.
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