Ciudades e innovación
Según algunas previsiones de la ONU, en el año 2050 rozaremos cerca de los 9 o incluso los 10 mil millones de personas en el planeta. Según también la ONU, el 68% de esta población vivirá en áreas urbanas y ciudades, llegando a una concentración de casi el 90% en áreas de Asia y África.
Como contraste, hoy en día somos cerca de 7,5 mil millones, y de éstas, el 56% vivimos en ciudades. En cifras: hoy cerca de 4 mil millones de personas vivimos en ciudades. En 2050 lo harán más de 6 mil millones.
Están apareciendo nuevas ciudades, es cierto, pero no son la norma por el momento. En general, esta concentración tiene aspecto de darse en ciudades ya existentes. Muchas ciudades importantes actuales tienen además un efecto llamada, no sólo en detrimento de las áreas rurales, sino incluso en detrimento de ciudades próximas más pequeñas.
Según estimaciones más locales, se cree que para el 2030 Barcelona y Madrid podrían ser las capitales que concentrasen más este fenómeno, llegando al punto de alojar a una cuarta parte de la población española. Las grandes ciudades serían las que más crecerían si todo evoluciona con los mismos patrones.
Así pues, las ciudades están delante de retos complejos, tales como el cambio climático y localmente la polución, la movilidad, los cambios en modelos productivos (por ejemplo, la fabricación y producción digital, los nómadas digitales), la gestión de residuos o su propio crecimiento urbanístico. Algunas ciudades grandes han llegado ya al límite de extensión. Son retos complejos porque además se entrelazan entre sí diversos factores y sistemas. No existen soluciones sencillas.
Para nuevos retos, se necesitan nuevas formas de pensar y gestionar las ciudades.
La innovación y la ciudad
La relación entre innovación y ciudad es cada vez más evidente. Aunque en las zonas rurales se pueden dar casos de innovación, las ciudades presentan la capacidad de crear espacios de conocimiento e intercambio de ideas por el hecho de concentrar a mucha gente y tipos de infraestructuras diversas. Cuanta más variedad social, económica y sobre todo cultural haya en una ciudad, y espacios que permitan la confluencia harmoniosa de la diversidad y las ideas, más posibilidades para que éstas sean recombinables y puedan derivar en innovaciones.
Aunque durante una época los parques tecnológicos se situaron como el icono espacial de la innovación, en la época de las start-ups y la apreciación de los sectores creativos, el espacio urbano ha ido tomando más valor. Hace unos artículos explicábamos qué son los ecosistemas de innovación, y suelen formarse de maneras bastante orgánicas en ciudades donde el clima y los factores económicos y culturales son propicios.
Las ciudades cada vez más tienen un appeal en las políticas regionales económicas, de nuevo, no sólo por los centros de negocios, sus puertos y espacios comerciales. Ahora también por esta capacidad de concentrar capital cultural.
Y es que hasta ahora, cuando se habla de innovación y ciudad, hay más tendencia popular en relacionarla en términos macroeconómicos. Sin embargo, la innovación al servicio de lo público está respondiendo en términos urbanísticos, para atender estos retos que mencionábamos, entre otros.
La innovación necesaria debe ser igual de compleja
Con este título no queremos decir que las administraciones y gobiernos deben complicarse porque sí. Como decíamos, los retos son complejos además de ser en cierta medida nuevos, cuyos factores y condiciones dependen entre sí o se afectan entre unos y otros. O en otras palabras que se utilizan usualmente, son «problemas retorcidos» (wicked problems).
Esto implica que, además de tenerse que afrontar de nuevas maneras, conlleva que deben afrontarse con nuevos métodos y estrategias holísticas, que afronten esos problemas retorcidos en sus distintas capas e interdependencias.
No es casualidad que las críticas a las Smart Cities estén emergiendo desde distintas posiciones académicas. En muchas ocasiones, la materialización de las políticas de digitalización de la ciudad concluyen en la automatización de procesos (el uso de tecnologías) exclusivamente. En este anterior artículo ahondamos un poco más en el tema Smart Cities, donde se están viendo nuevos énfasis en diseñar también aspectos ecológicos y sociales de la ciudad.
En cambio, estos retos requieren de otros tipos de herramientas y formas de distribuir el impacto en el tejido urbano y social, además de los tecnológicos. Se requiere de la audacidad y el ingenio de los nuevos marcos de innovación, y de la inteligencia colectiva de ciudadanos y organizaciones desde sus diversas realidades. Qué mejor que innovar partiendo directamente desde las necesidades, experiencias y expectativas de quiénes habitan la ciudad.
¡La innovación en las ciudades puede ser la energía social que dé respuesta a sus propias necesidades y escenarios de futuro!
Posts relacionados
Ideas para incorporar la innovación pública
DEMOLAB/ Inteligencia colectiva como motor de innovación
Ciudades e innovación
No comments yet.